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Crisis: lo bueno, lo malo y lo feo

managing-crisis-on-the-insideEstas semanas (agosto-septiembre 20175) he estado observando muchas cosas Por una parte crisis personales. De ese tipo de cosas que suceden que no son un problema mayúsculo pero se van sumando a lo largo del tiempo. No llegan a sumar un “gran problema”, pero llama la atención su frecuencia en el tiempo. Observo cómo la vida de algunos pacientes se llena de complicaciones y pareciera que ellos también están viviendo cosas que hacen del día a día una pregunta en torno a: ¿qué pasará hoy?

Lo cierto es que todos y todas vivimos situaciones que nos retan, nos confunden y que incluso pueden activar en nosotros una especie de “mirar las coincidencias” y surge la pregunta ¿por qué? Hay una realidad, todos y todas vamos a experimentar situaciones nuevas por una amplia gama de situaciones. Algunos ejemplos de esas situaciones pueden ser: ahora somos más personas en la ciudad; como somos más el tráfico será el escenario de muchas pasiones y conflictos; si no hemos planificado bien nuestros recursos monetarios es muy probable que confrontemos conflictos económicos y dada la edad que tengamos podemos comenzar a entrar en esa edad en la que vamos a más y más funerales. Eso no quiere decir que las personas se mueren más que antes, solo quiere decir que ahora mis contemporáneos están entrando en una edad en la que es normal (aumenta la probabilidad) que mueran o sus padres-familiares importantes mueran.

¿Qué pasa cuando suceden todas juntas o parece que suceden todas a la vez? Es en esas ocasiones que uno aprende el raro arte de soltar. Vivimos demasiado apegados a las cosas, incluso apegados a una idea de normalidad, de que las cosas no van a cambiar y el “todo estará bien”. Muchas veces quisiéramos que todo marchara bien, la otra probabilidad de igual peso, es que todo no salga bien. Lo único que estas situaciones requieren de nosotros es que las enfrentemos por lo que son. Que estemos conscientes, atentos, con los ojos bien abiertos y la mente abierta a que esto que está pasando es real. Muchas veces negamos la realidad. Muchas veces no queremos creer y lo único que logramos es postergar la serie de reacciones y respuestas que el cuerpo y la mente le dan a la realidad.

Decir: esto me está pasando y esto se llama “no tengo trabajo”, es la forma apropiada de enfrentar lo que nos ocurre. la descripción del evento sin palabras califiquen. Lo que mas escucho en terapia es: ”qué horrible, es imposible, después de tantos años me quedo sin trabajo y no me avisaron de nada, esto no puede ser, no sé si podré sobrevivir algo así. Dicho de esa manera, la mente se cierra, se llena de pánico y deja de ver oportunidades, deja de conectar historias para hacerle frente al momento; y simplemente pasa a “cerrar circuitos” para estar en modalidad de supervivencia. Cómo nos vivimos las crisis tiene mucho que ver con cómo hablamos.

El ejemplo anterior, la primera afirmación “no tengo trabajo” afirma y define el momento por el que estoy atravesando. Hace algo más, no agrega ni quita nada y eso es fundamental a la hora de crear alternativas para superar una crisis. Repetirse que uno NO PUEDE es programar la mente a que no puede y la mente es la primera que necesita entender que sí puede encontrar una solución. ¿Cómo funciona la mente en estos casos?

A todos se nos perdió una foto o no sabemos dónde guardamos un dinero o no recordamos el nombre de alguien que surgió en una conversación. Suele suceder que a lo largo del día esa información la recordemos o la recordemos el día siguiente. ¿Esa información apareció en mi mente de la nada? No. Recordé porque mi mente nunca dejó de buscar la información, yo desvié mi atención a otras cosas y parte de la memoria se quedó ejecutando la búsqueda (similar a los modelos de computadora). Cuando la tarea que se le propone a la mente es tan inalcanzable, es tan tremenda o tan imposible; la mente no sale de la modalidad de búsqueda y se deprime el sistema nervioso o la sensación que se tiene es que no hay modo de solucionarlo. Lo que no vemos es cómo lo que hemos dicho y la elección de palabras nos llevan a esta realidad de imposibilidad.

Entonces las crisis tienen mucho que ver con cómo le hacemos frente a la realidad. Las personas de generaciones anteriores (abuelos, bisabuelos) vivieron más crisis vitales: crecidas de ríos, migración, sequías, pestes y tal cual como las películas las familias se dicen cosas como: sobreviviéremos, lo lograremos, llegaremos a reconstruir nuestras vidas. Muchas personas me preguntan si eso no es simplemente un optimismo barato. Mi respuesta es no. Lo cierto es que no sabemos si lo lograremos o no, lo que sí es cierto es que coloco mi mente en una disposición de lograr esa meta y de no abrumarme con escenarios de fracasos absolutos.

Con lo cual pienso que se hace vital que en este momento aprendamos a saber cómo decirnos las cosas. Cómo fraseo lo que me ocurre (sin negar ni agregar nada, es lo que es) y cada vez se vuelve más importante aprender de los errores propios y desarrollar esa voz interior que pueda preguntar: ¿qué pasó?, ¿cómo pasó?, ¿qué facilitó que pasara? y/o la que más me gusta ¿qué no estoy viendo de este proceso que necesito ver? Me gusta porque la respuesta no se obtiene ya. Tiene que haber un proceso, pasar un tiempo, la mente se vuelve acuciosa y busca conectar los puntos de las historias y surja una especie de imagen de cuál podría ser la respuesta o surge como elección múltiple.

Además de aprender de los errores propios, creo y estoy convencido de que es importante aprender de los errores de los demás. Todos y todas hemos tenido la experiencia de que las personas que nos rodean y nosotros solemos tener la misma clase de experiencias. Pienso que sí y pienso que esto pasa porque de alguna manera nos rodeamos de personas que tenemos historias similares. ¿Qué dicen las personas que se dejan de frecuentar y se perdió la amistad?: “teníamos intereses distintos”. Sí. Tener intereses distintos hace que no nos veamos. Solo vemos eso que nos recuerda o nos hace pensar en nosotros (suena un poco egoísta o primitivo, y lo es); de ahí que si uso lo que le pasa a los demás para usarlo como respuestas o posibles intentos para resolver temas en mi vida; es muy probable que logre entender mejor qué pasa y logre solucionar lo que me sucede.

 

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