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En distintos momentos creo que todos hemos ido a un supermercado y hemos visto un papá o una mamá con un niño pequeño y a veces no tan pequeño sentado en la carretilla.

Me encanta ver a estas familias paseando, haciendo cosas juntos y también me gusta que los niños se integren a la vida y a las cosas que hacen los adultos; en ocasiones escucho que familias eligen no salir o que uno de los dos miembros de la pareja hagan las cosas de la calle para que los niños se queden en casa.

Los niños necesitan socializar y necesitan salir y ver el mundo. También necesitan adaptarse a ese mundo. ¿Qué quiere decir eso?, quiere decir que los niños pueden tener respuestas variadas a la experiencia de estar en un supermercado, por ejemplo.

Habrá niños que no les importe, les aburra, otros que quieran que les compren de todo. No sabemos cuál es la reacción inicial que pueda tener un niño o una niña a una experiencia nueva; nueva: la primera vez.

Esa primera vez el niño o la niña se enfrentan a una gran cantidad de estímulos que llaman, atrapan, cautivan su atención. Los adultos tenemos que ayudar a que los niños se frustren sanamente. Esto quiere decir que el niño o la niña experimenten frustración y que el adulto ayude a que la experiencia pase; o que entienda qué parte de lo que hay que ayudar al niño es a que tenga su(s) experiencia(s) y que eso forma parte de la curva de aprendizaje de todos los niños.

Esto hay que explicarlo más. Por ejemplo: un niño que nunca ha ido al supermercado, tal vez haya que llevarlo, se pasea por todos los corredores y no se compra nada. El niño ve que no compran nada, usa la carretilla igual, pasa por todos los corredores y no compra nada. Eso lo puede hacer varias veces. La idea es que comience a familiarizarse con qué es un supermercado.

En esa fase inicial de solo ir, podría iniciar comprando cosas pequeñas de comer que no sean atractivas como arroz, frijoles, carne que no son llamativas, hasta podría decirse que se ven aburridas, no llaman la atención para nada.

Una buena idea para toda madre o padre que van al súper con su(s) niños es llevar una lista. La lista ayuda a no improvisar y así puede irle prestando atención al niño, hablándole y respondiendo las interrogantes que puedan surgir de esa visita al supermercado. También ayuda a no excederse en tiempo y hace lo que hace sin tener que desconectarse tanto del niño.

A medida que va realizando esta primera fase se irá dando cuenta cómo es o pareciera ser el carácter de su hijo, si se irrita con facilidad, si se duerme, sí se enoja, si quiere que le compren todo. Esto es muy importante. El niño que se maneje bien, haga caso y salga feliz: ¡genial!, en muchos sentidos estos niños no son la razón de esta entrada de blog; este artículo tiene que ver más con los niños que dan alguna clase de lucha cuando salen a la calle. Recuerde, la calle para un niño es un escenario de aventuras, va a querer hacer de todo.

Es importante también tener en cuenta que existe una relación entre la mamá y la niña o el niño. Sí mamá está bien, el niño estará bien. Esto quiere decir que sí va al supermercado con su hija y usted está agitada porque el tiempo lo lleva en contra y su hija quiere y quiere, usted va a tener menos juego de cintura para hacerle frente a lo que pase. Quiere calma, vaya en calma. Ojo: hay niños que les pasan cosas que se salen de los límites de este artículo. Si usted siente que su niño o niña se descontrola más de lo que usted puede manejar; tal vez sea una buena señal para buscar ayuda profesional con un psicólogo de niños o un psiquiatra de niños o preguntarle al pediatra que ya les está atendiendo.

La idea de ir de menos a más es para conocer su temperamento, con este ejercicio sabrá qué tanta atención demanda su hijo y cuánto tiempo le toma “bajarse” al niño o a la niña. Ir de menos a más también ayuda a que pueda el padre o la madre ensayar soluciones: parar y prestarle atención al niño; parar y prestarle atención al niño, preguntarle al niño qué le pasa…

Muchos niños van a querer algo, están comprando cosas para la casa, ¡con certeza debería haber algo para él o ella! Y sí, es muy probable que algunas cosas que se llevan sean para el niño; eso puede usarse como un argumento cuando se “habla” con el niño.

Sobre si los niños deben elegir qué quieren comprar. En términos generales la instrucción es similar a la anterior. Observe en casa qué le gusta, qué no le gusta y trate de no complacer tanto: recuerde que está tratando de ayudar a que su hijo se frustre sanamente. Si le sirve una proporción tal vez esta ayude, por cada siete veces que van al supermercado una vez le compra algo al niño. Una cosa y observe cómo negocia la ansiedad y la frustración.

“Mamá quiero un juguete, quiero ese juguete, cómprame ese juguete”, “te he dicho José Ramón que no te puedo comprar todo, tú crees que soy rica, yo no te puedo comprar todo lo que tú quieres, como si a mí me hubieran comprado todo lo que yo quería. Tienes que conformarte…” ¿qué piensan de este dialogo? Sin ganas de decir si está bien o mal, ¿quién es el o la adulta?, ¿creen que no el niño entendió lo que su madre le quiso decir?, ¿qué quiso decir la mamá?

Este tipo de conversaciones las escucho muchísimo, lo que sí entiendo es que en ese momento ni adulto ni infante entendieron o se entendieron. Cada quien estaba cerrado a lo que estaba pasando. El niño llora, claro, es un mecanismo para manejar la frustración… entonces, ¿qué es lo importante de esta situación?, que el niño entienda a mamá o manejar la frustración. Mi opinión es que hay que saber manejar la frustración. Si vas a un supermercado, centro comercial, tienda para niños, juguetería tienes que tener claro que el niño o la niña VA A QUERER TODA LA TIENDA.

Si estas cosas como adultos no las tenemos claras, si no sabemos que vamos a un lugar donde el niño o la niña van a actuar de una manera diferente, ansiosa, que-lo-quieren-todo, entonces estamos desconectados de lo que nos sucede y de nuestros propios hijos; y ahí regresamos al párrafo del entrenamiento: si no sabe cuál es la reacción de su hijo, vaya al super, pasee y no compre nada. La segunda vez vaya y lleve algo pequeño. La tercera vez haga una compra ligera. Igual con los centros comerciales porque los niños son niños pero están viendo todo lo que ocurre: “mamá o papá se compran todo para ellos y a mi no me compran nada”.

Conozco una mamá que cuando va al supermercado y hace la compra va diciéndole a su hija: “estos es lo que te gusta, tú comes esto…” es una forma que la niña sepa que gran parte de lo que se compra es para ella, para todos en casa. Igual todo este tema es una buena manera de trabajar el valor del dinero y cómo los niños lo saben. Esta el ejemplo de la misma niña, tiene una cartera y en esa cartera guarda monedas que encuentra en casa, con esas monedas se puede comprar cosas. Eso la lleva a que ella aprendió a contar hasta 20 y sabe si puede o no comprarse lo que quiere. Ahora, en vez de llorar y querer que mamá le compre todo, mira la cartera y dice “no tengo plata”.

Este es un lindo ejemplo, esta niña del ejemplo tiene cuatro años. Lo interesante no es lo hábil o lo inteligente que pueda ser la niña (la mayor parte del tiempo los niños son hábiles e inteligentes) a mi me llama mucho la atención la forma en que la mamá invierte tiempo en su hija y al hacerlo ayuda a ambas: a la niña a saber manejar frustración y a ella misma a descubrir sus límites para poder seguir siendo mamá y no estar perdiendo el control a cada rato con cosas que forman parte de ser mamá y ser hijo o hija en edad preescolar.

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