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Apodérese de su mente

1920303_10152238064698972_2016869637_nNo se enfoque en lo malo. Eso ya está, no necesita pensarlo. Enfóquese en otras cosas. No enfatice las dificultades, ya ellas son complicadas. Enfóquese en lo que hace diferente y mejor su día a día. Dónde están sus recursos, dónde está su capacidad. Cuando lo identifique: estire esa sensación, estire esa idea. Hágalo varias veces y con el paso del tiempo descubrirá que se siente diferente, que piensa diferente. Inicié hoy y lo logrará.

Muchas personas repiten como en un trance una y otra vez las cosas que salieron mal, las cosas que no funcionaron y uno de los riesgos es que esta repetición funciona como una forma de aprendizaje. Sí, usted está condicionando su mente a no saber cómo manejar situaciones difíciles en su vida.

Una de las grandes luchas que libramos los seres humanos con nuestras mentes es ayudarlas a crecer. Muchas veces la mente genera “programas” centinelas de protección, sirven para protegernos de peligros que solemos vivir temprano en la vida, durante el colegio, la escuela y son pensamientos que hacen sentido en ese momento de la vida. Sin embargo estos “programas” persiste, siguen ahí y lo hacen ya que tienen una función muy importante: proteger. La idea es que a medida que nos hacemos más adultos, podamos ser nosotros los que participemos activamente en las decisiones sobre qué cosas son una amenaza y qué cosas no.

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La zona de confort de hecho no es una zona de bienestar, más bien es una trampa, un calabozo donde regresamos cada vez que la vida nos llena de miedo y de temor. Es una zona de no cambio, de no crecimiento; es donde volvemos cada vez que el contacto con el mundo nos llena de miedo. Muchos de nuestros miedos solo requieren que los enfrentemos y los superemos. Por supuesto no es tan fácil, la complejidad en superar un miedo es la idea que el miedo es algo, que existe, cuando en realidad solo estamos enfrentándonos a los límites de nuestra propia mente y a aquello a lo que le hemos dado poder, aquello que hemos creado.

Enfrentarnos poco a poco a aquello que consideramos un miedo nos pone en contacto con la primera verdad sobre el miedo: 1. Si el miedo es tan “definitivo” es interesante que me puedo exponer a aquello que me da miedo y sobrevivo. Así es, este es el primer contacto con la realidad que el miedo solo existe cuando creemos en el miedo. Superar esta fase inicial conlleva una serie de esfuerzos que tienen que ver con sostenerlos a través del tiempo. El punto más importante es mantener la mente estable a medida que nos enfrentamos con estos “escenarios definitivos”; estabilizar la mente es no dejarla que fluctúe, no dejarla entrenarse con justificaciones, ideas que hagan al miedo más real.

Estas sugerencias en el salón de terapia a veces pueden resultar áridas, sin embargo el poder de estabilizar la mente es asombroso. Algunos autores hablan de ayudar a la mente a no enredarse, engancharse con estos diálogos del miedo. Muchas veces la mente nos habla con imágenes, frases o con sensaciones corporales como palpitaciones, sudación, punzadas en el estómago. ¿Qué son estas sensaciones? Respuestas que el cuerpo sabe que la mente cree que lo que está sucediendo es una amenaza real. Es importante destacar entre una amenaza real a una que es construida; si tengo miedo a siempre estar solo, a que las personas me abandonan, este es un miedo construido: no me imagino cómo esta idea pueda ser “real”. A diferencia de estar frente a un precipicio, frente a un robo o la amenaza de un secuestro. Hay que reconocer las diferencias.

Las situaciones construídas la mayoría comienzan y terminan en el marco de la mente. La mayoría son generalizaciones, “nadie me ama”, “todos me odian”, “no soy lo suficientemente inteligente”. Estas frases aparecen temprano en la vida, en ocaciones durante la primaria o secundaria del colegio y tienen por función protegernos de algunas situaciones que amenazan el desarrollo del niño o niña. Muchas de estas ideas NO las sostenemos como adultos, solo aparecen en momentos que nos sentimos vulnerables, durante una crisis laboral, una crisis en el matrimonio, una pérdida.

Estas frases se fijan en nuestra red neuronal como programas de computadoras que tienen funciones específicas, proteger. El conflicto surge cuando estas órdenes de proteger van en contra del interés del sujeto adulto; cuando la protección se vuelve una trampa y cuando la mente no se puede “actualizar”, como un sistema operativo para entender la realidad desde un nivel de complejidad mayor.

Muchos de estos pensamientos no los logramos diferenciar de nuestra propia voz. Una de las formas de podernos dar cuenta que no forman parte de nuestra voz activa del presente es que estas “órdenes” o mensajes protectores son refractarios al razonamiento. Funcionan porque sí, porque tienen que hacerlo, porque tal o cual es malo, porque tengo miedo.

El Dr. Daniel Amen, lo puede buscar en youtube hablando sobre la importancia de “ver” el cerebro a través de imágenes de radiología nuclear llamadas SPECT y habla sobre los pensamientos automáticos negativos y cómo estos logran crear zonas donde no fluye la sangre, o sea una área que podríamos decir “se apagó” en el cerebro, en nuestro cerebro. Menciono al Dr. Amen por la importancia y urgencia de su imagen; y también habla de “dudar” sobre la veracidad de estos pensamientos.

Mente sana, cuerpo sano. Eso lo hemos escuchado muchas veces, mente sana va más allá de lo que creemos, no es sólo salud del cerebro sino también cómo hago frente para que mis ideas repetitivas, automáticas, negativas, con las que a veces debato, me agito y me altero teniendo estos pensamientos que se engancharon con “mis pensamientos” y me veo envuelto en el engaño de estar debatiéndome con una escena que es totalmente ficticia. Eso es algo que debemos prestar atención y que vale la pena prestar atención.

 

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