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0000851b_mediumMuchos terapeutas a lo largo de nuestro trabajo, o negligenciamos la espiritualidad de nuestros pacientes, o lo hacemos con la propia; si es que un terapeuta puede hablar de espiritualidad. La espiritualidad no es otra cosa más que la expresión de nuestro ser, nuestra experiencia con aquello que es intangible y que por supuesto es una experiencia individual y particular.

En un grupo, en una ocasión, estábamos hablando sobre este tema y es muy fácil que las personas vinculen lo espiritual con lo religioso. Tal vez, algunas religiones o algunas experiencias de Dios ayuden a algunas personas a experimentarse desde un plano de espiritualidad y había un paciente que no creía en ninguna religión y que se proclamaba ateo (cosa que respeto muchísimo) y él decía que su espiritualidad la vivía respetando sus amistades y viviendo en sociedad. Me pareció una buena idea y una buena forma de ver el mundo.

Yo en lo particular soy budista y me vivo mi budismo de una manera muy natural, qué quiero decir con eso: quiero decir que forma parte de mi vida y que se vuelve una expresión muy a propósito de ser yo mismo, espontáneo. El asunto es que recientemente (hoy) reflexioné al respecto del tema y me di cuenta que yo me defino muy poco como psicólogo, no pienso en términos técnicos a la hora de trabajar sino que más bien enfrento el trabajo con los demás, el trabajo de cuidado de los/as pacientes desde una postura de compasión.

También me sorprendo a lo largo de la terapia desarrollanndo dos herramientas fundamentales del budismmo indo-tibetano, la yoga del gurú o maestro y la práctica del intercambio (tonglen). Durante la mayoría de mis sesiones utilizo la conección con el maestro e intercambio mi energía o pensamientos positivos con los pensamientos negativos con la idea de poderlos transformar en energías de mayor provecho. Tal vez lo más importante de esto que comparto no tiene nada que ver con el budismo ni con las cosas particulares que menciono; sino el simple hecho de sentirme conectado con algo superior a mi, que me trasciende, me hace estar en contacto con más partes de mi mismo y me hace ser más efectivo a la hora de la terapia.

Otro aspecto interesante es la vida espiritual de los pacietnes. En una ocasión, luego de estar trabajando con un paciente masculino, en el que habíamos hablado mucho y procesado poco y que a lo largo de su relato sobresaltaban imágenes de abandono y una vinculación muy pobre con los demás; insistí en que él debía tener una vida espiritual. Ante eso, el paciente me miró perplejo y me preguntó si debía ir a la iglesia y si eso lo ayudaría. me tocó ampliar su idea sobre la esperitualidad y afinar mi pedido. No lo hizo y nos volvimos a encontrar recientemente, luego pasados algunos años y su vida continuaba en un plano muy superficial y se quejaba de que su vida era muy estática y sentía que no había logrado mucho con su vida. Le pregunté si recordaba lo que le había dicho sobre su vida espiritual y me dijo que lo pensaba todos los días, pero no se atrevía a tomar una decisión.

La imagen que está en esta página es una representación del gran maestro Padmasabhava en su paraíso, “la montaña de cobre”. Padmasabava para los que somos budistas y tenemos una conexión con lo que represente; lo consideramos como un ser que logró la realización y transformación de su cuerpo de carne en un cuerpo de luz. Anoche estaba viendo de la serie de Star Wars, El Imperio Contraataca y era impresionante el comentario que le hacía Yoda a Luke Skywalker sobre “la fuerza” y mencionaba que somos seres “luminosos”. Interesante…

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