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violencia_de_genero-500x486Mi trabajo, mi experiencia y mi propia vivencia me llevan a pensar cada día en la presencia del trauma en nuestras vidas y cómo este fenómeno forma parte de nosotros, dando forma, contorneando nuestra personalidad. Mi trabajo con individuos hombres y mujeres me ha llevado a ser testigo del sufrimiento y el dolor asociado a crecer en determinadas familias y también soy testigo de sus esfuerzos por superar estos dolores. En ese afán por tratar de ayudar y facilitar el dolor, la tristeza o la rabia que genere el trauma, utilizo ampliamente el EMDR como herramienta de trabajo básica para ello.

A lo largo de las vidas de hombres y mujeres existen experiencias que forman partedel ciclo vital y que representan crisis, representan retos que en un momento determinado se necesitan experimentar como un elemento más del desarrollo de la madurez; sin embargo existen elementos que hacen de estas crisis momentos en los que la vida de ese niño o niña pudo haber tenido conotaciones de vida o muerte.

También somos cada vez más conscientes de que existen situaciones sociales que son traumáticas, en la que la vida psíquica, el mundo interior se puede ver amenazado o que el mensaje que recibe la mente ante ciertas experiencias externas (sociales) es que se está en peligro de morir. Muchas de estas situaciones resuenan en la infancia: la presencia o no de un (a) cuidador (a), durante la adolescencia, el fenómeno de ser aceptado (a) o no y el proceso muy establecido en poblaciones minoritarias o que son consideradas como minoritarias (como las minorías raciales, las minorías étnicas, religiosas, sexuales).

Todos (as) de alguna manera u otra estamos constante-mente expuestos a incidir en situaciones que representan trauma, situaciones en las que la mente está tan abrumada con mensajes de desamparo y de perecer ante la inhabilidad de superar la situación. Paradójicamente, uno de los fenómenos más comunes ante el trauma es la existencia de pensamientos repetitivos, diálogos, escenas, que uno (a) repite una y otra vez, y cada vez que se repite se está menos posibilitado (a) para salir de dicha situación.

Esta es tal vez una de las características más dañinas del trauma: la repetición. La imagen (con todas sus implicaciones) se repite, tal vez en un intento por expulsarla o por movilizarla, sin embargo es la repetición la que logra instalar esas imágenes y emociones en el sistema neuronal de la memoria. Todos (as) tenemos múltiples experiencias que nos mantienen atados y condenados (as) a no superar ciertas situaciones.

Como terapeuta, el trabajo con el dolor ajeno es una experiencia que requiere del (la) terapeuta muchos recursos para poder ser efectivo y no sucumbir ante el trauma de los demás. También trabajamos por mucho tiempo haciendo terapia verbal con pacientes de trauma sin mucho éxito, tal vez todo lo contrario. Sin embargo, en los últimos meses he etado trabajando mucho con las herramientas del EMDR en toda clase de situaciones que implican trauma, trauma secundario y trauma social, con toda clase de personas: con mujeres víctimas de abuso, con hombres abusadores victimas de violencia (en la infancia), hombres y mujeres gays y lesbianas y con personas que han vivido demasiado tiempo sintiéndose mal por algún recuerdo del pasado

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